Cartas.

El otro día me llegó una carta. Sí, llegan varias a la semana a mi buzón: del banco o de publicidad, sin remitente y todas escritas en digital.

Esta era una carta dirigida a mí. La vi, le di la vuelta: tenía remitente.

Abrí el sobre, de pié, con la chaqueta todavía puesta. 4 hojas blancas de libreta pequeña, manuscritas en bolígrafo negro. Me di cuenta que hacía mucho que no leía escritos a mano, porque me costó. También por el contenido, denso y algo caótico, frases leídas dos, tres veces, para captar su sentido sin tener dudas.

Me pareció algo excepcional. Yo, que envío a diario mails personales, adoro el sistema porque me permite escribir y reescribir las frases una y otra vez hasta que dicen exactamente lo que quiero decir. La carta es franca, una traducción directa de la mente, se piensa algo y se plasma en el papel y le llega al destinatario. Bueno, o malo.

Aun no he contestado. Me gustaría hacerlo en el mismo medio pero antes tengo que saber qué decir. Bueno, o malo.

There are no comments on this post

Deja tu comentario

Nota: La primera vez que escribas un comentario tardará un poco en aparecer.