Crónica de Madrid: DÃa 0.
Hoy empieza mi aventura madrileña.
Por varios motivos, decidà desplazarme hasta Madrid en tren, asà que mientras escribo estas lÃneas me voy acercando a la capital, y a mi derecha pasa acelerado el seco paisaje de las tierras de Tarragona.
En esta primera hora transcurrida desde mi partida, aunque sin contratiempos, ya he detectado mi mismo error de siempre. Algo que inevitablemente hago mal en la programación de mis viajes, el exceso de equipaje. DeberÃa seguir los consejos de mi tÃo – “Lleva el doble de dinero y la mitad de maletasâ€, pero frente a la maleta soy incapaz de diferenciar lo adecuado de lo que no lo es, y acabo sobre saturada de bártulos dudosamente necesarios. Por suerte me encuentro en forma y subir la maleta hasta su repisa no ha supuesto mayor esfuerzo que un buen impulso.
El tren es directo a Madrid. Mi compañero de viaje resulta ser un alto mocetón sueco, agradable pero poco hablador asà que en mi trayecto decido dormitar, leer y mirar el paisaje. Los dÃas alargan ya asà que cuando llegamos a la capital todavÃa hay mucha luz.
El hostal es un lugar cómodo y limpio, sin lujos, muy cercano a la estación de tren, al cual llegué a pie por la calle Atocha. Me gusta ya reconocer partes de la ciudad (paso por el Museo Reina SofÃa en mi camino). Me instalo y poco tiempo de más.
Mañana será un duro dÃa.