Pequeña.
En mi cabeza ella es perfecta. Tiene mirada de purpurina y risa de cascabeles. No hay lugar para defectos ni carencias, sólo harmonÃa en sus gestos, y música celestial cuando habla.
Sus frases son dogmas de fe y sus actos heroicidades.
En mi cabeza, yo me hago pequeña, y ella crece hasta lo insoportable.