El reloj de arena.
No tengo sueño y no estás.
En unas horas me vencerá el cansancio y dormiré. Tú sin embargo no vendrás.
Sólo puedo pensar. Me muevo poco para evitar el desierto que vas dejando a mi lado en la cama.
No duermo y no te tengo.
Tu vacÃo es cada vez más grande y más frÃo. Un hueco oscuro y silencioso que taladra mis horas en blanco al ritmo de un reloj.
Pienso a la vez en todo y en nada. En ti y en tu ausencia. Lleno y vacÃo.
Son horas pequeñas: la 1, las 2, las 3 de la mañana. Y cada vez estás menos y el tiempo se ahoga más.
A ratos creo que sueño que te tengo. Y entonces la distancia de mi cama a ti se hace todavÃa más grande.
A ratos creo que lloro. Y con el cansancio emocional llega un letargo sosegado que romperá en la mañana.
Entonces, durante el dÃa, te buscaré de nuevo en nuestros rincones. Y cuando te encuentre, le daré la vuelta a este reloj de arena.
Lo llenarás todo, y durante la noche, mientras no duermo, volverás a vaciarte poco a poco en mi cama. Hasta que no caiga más arena. Y sólo entonces, podré dormir.