Amor de cuchara.
El nuestro es un amor de cuchara. Y cuchillo y tenedor.
Y servilleta atada al cuello que protege el corazón.
Vengo sin invitación y me pido un romance a la carta. Chocamos dos copas transparentes y mudas por nosotros y nos salpicamos, un brindis húmedo que se desliza por mis piernas.
Juntamos nuestros labios en besos blandos y jugosos, y es una inevitable entrada a seguir con el resto.
Cada parte nos sabe distinta, una mezcla de texturas y sensaciones que devoramos con mordiscos. A veces suaves y a ratos más firmes, y en algunos bocados erizas toda mi piel.
Y en este menú todos los platos me parecen un postre seguido de otro.
Las sábanas son un mantel que acaba esparcido de migas y manchas coloradas de vino, o de carmÃn, o seguramente de un poco de cada cosa.
Y me pasarás la cuenta, pero este placer sólo se paga con placer.
Asà que la próxima invitas tú.