El olvido.

De todas las maneras posibles para decirnos adiós, escogimos la más triste: el olvido.

Quisimos ser extraños y convertirnos en esto que nos permite ser otros: dos desconocidos dentro de unos cuerpos que nos sabemos palmo a palmo.

Y lo que vemos el uno del otro es todo lo que queda ahora, porque el resto lo confinamos al pasado.

Y allí, incomunicados en un mundo paralelo en el que nos seguimos conociendo, quizá todavía nos queremos, y quizá sigamos sufriendo.

Pero ahora en este somos otros.
Y si nos hemos querido, no me acuerdo.

There are no comments on this post

Deja tu comentario

Nota: La primera vez que escribas un comentario tardará un poco en aparecer.