Los restos de la última noche.

Abrió la bolsa. Husmeó la camiseta de tela fina, muy arrugada. Hundió en ella la cara, impregnándose de la amalgama de olores.

En esa ropa se empezaron a mezclar irremediablemente los fluidos de la última noche juntos, con las lágrimas que provoca el enésimo definitivo adiós y los restos del maquillaje, contaminándolo todo.

Igual que se fundían en la tela la ilusión y la esperanza, falsas, con el rechazo y el dolor, más verdaderos y amargos que nunca, pero insólitamente purificándolo todo.

Le pareció casi pervertido sentirse aliviada con la sacudida de sensaciones.

Y era la misma historia de siempre: ni amor, ni desamor, ni todo lo contrario. Una ensalada de sentimientos postizos e intermitentes, intentos de ser feliz, y la eterna promesa de que ésta es la última vez. Esta vez sí.

Quizá lavará la camiseta y el agua se llevará con ella los sentimientos y los fluidos, tuberías abajo, kilómetros lejos, hasta el mar.

O quizá, sólo consiga diluirlos.

2 Responses

  1. Me encanta la sensualidad de tus relatos.

    Nacho - November 16th, 2009 at 8:08 pm
  2. Aunque es triste, me encanta.

    Ojalá el mar se lo lleve todo y lo disuelva. Catarsis deseada. te entiendo.

    :*

    Lena - November 30th, 2009 at 8:45 pm

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