Una extraña sensación.

Ayer me di cuenta de que me faltaba algo. Llevaba ya unos días con una sensación extraña, un vacío raro dentro. Entonces me palpé en el pecho y lo noté. O mejor dicho, no lo noté: me faltaba el corazón.

Otra vez.

Me puse a pensar en los últimos días, en lo que había hecho y qué había sentido, pero no tenía muy claro si esta vez se lo había dado a alguien o si me lo habían robado. Así que seguramente lo había perdido, por haberlo sacado en algún momento y en algún lugar inoportuno. Los corazones son muy sensibles a estas cosas.

El corazón necesita que lo tengan en cuenta y lo cuiden. Si te olvidas de él, se vuelve débil y cada vez más pequeño, más diminuto. Tanto que se te puede escurrir en cualquier rincón. Si lo expones a menudo y revelas su interior, corres el riesgo de dejártelo en cualquier esquina, sin hablar de que en un momento de distracción alguien te lo robe, y ni comentar que se lo des a alguien voluntariamente. Después no es fácil recuperarlo.

Hay varias formas de encontrar un corazón perdido: dosis de cariño, inyecciones de amor, lecciones de poesía, noches en vela, ríos de lágrimas, borbotones de risas y tiempo. Mucho tiempo. Y una combinación de todo ello.

Al final, lo encontré sollozando en una maceta con un geranio. Estaba plantado.

Lo recogí y me lo volví a poner con cuidado. Cómo no sé todavía qué hacer para no volverlo a perder, probaré a engancharlo con unas tiritas para que, al menos, cicatricen un poco las heridas.

Y por si acaso, lo regaré todos los días.

2 Responses

  1. Te has asegurado que sea el tuyo de verdad?
    Porque…
    …nunca hay que comenter la imprudencia de dar asilo en tu pecho a un corazón perdido…
    E.P.B.

    Santi - August 19th, 2010 at 12:42 am

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