Inesperada tristeza.

La vio alejarse, llevándose todo lo que había traído, con los ojos inundados de lágrimas y el alma de pena, sabiendo que era la última oportunidad, quiso llamarla pero lo hizo sólo en silencio.

El camino lo marcaban luces de neón que se desvanecían a su paso, sin más rastro que el que deja la implacable verdad del fracaso.

Ella se iba haciendo más pequeña, más lejana, y cuando no fue ya más que una sombra imprecisa, en su cabeza cesó un rumor, como el murmullo de un motor al fondo que de repente se parara y provocara el silencio.

Aunque hacía tiempo que había empezado a irse, no fue hasta ese momento que empezó a caminar, remolcando un equipaje que pesaba más de lo que había imaginado. Por un momento le pareció oír la voz de él que la llamaba, pero eso pasó sólo en su cabeza.

El camino era borroso, pero aun así ineludible. Sabía dónde tenía que ir aunque no cuánto iba a tardar en llegar.

A cada paso los pies se arrastraban como en un lamento, hasta que en un momento se volvieron ligeros y empezó a correr.

Entonces le invadió una inesperada tristeza.

One Response

  1. eso mismo.
    bravo una vez más,….

    Lena - September 12th, 2010 at 9:42 pm

Deja tu comentario

Nota: La primera vez que escribas un comentario tardará un poco en aparecer.