Las horas pequeñas.
Nota de la autora: Este es un texto antiguo. Según la fecha de la Firma, tiene casi 11 años. La noche de insomnio me lo ha hecho recordar. El dibujo es de Javi Agenjo.
Me he dado cuenta de que por las noches, antes de encontrar el sueño, vuelvo a pensar. Esto no deberÃa ser ningún descubrimiento, porque es mucha la gente que analiza ideas, piensa nuevos proyectos o decide como manejar el mundo en las horas pequeñas –la una, las dos, las tres de la mañana –. Pero es algo que me ha sorprendido porque he pasado una época en que me ha dado miedo encontrarme conmigo y hablar profundamente con eso que llaman conciencia, que es nuestro Pepito Grillo particular. Y he tenido pereza de hablarme, de pensar, para no hacerme preguntas de esas que no tienen más respuesta que la que uno le quiera dar. Ahora, que lo he pasado, veo que me he situado en la indiferencia, y que he querido contemplar mi vida como una espectadora impasible, cuando en realidad he sido la protagonista. No sé por qué he vuelto a pensar. Quizá el insomnio que me produce el exceso de café tiene parte de la culpa… El caso es que la noche es un tiempo precioso, de tranquilidad, sosiego y paz, que si no utilizo para dormir, debo utilizar para pensar en mÃ, porque al fin y al cabo, yo tengo el papel principal de mi vida.
En la oscuridad de la noche me es ahora imposible dejar la mente en blanco, como he hecho durante tanto tiempo. Ahora siento la necesidad de pensar en lo que veo, en lo que vivo, en lo que escucho, en lo que leo. Pero sobre todo en lo que pienso, en lo que digo y en lo que hago. Y me horroriza darme cuenta que no siempre concuerdan esas tres acciones, que es lo que, positivamente, busco en estas horas tranquilas: ver mi vida desde la sinceridad de mà misma, desde mi punto de vista, que es, seguro, el que mejor refleja mi interior.
Todo esto en la noche. ¿Y por qué no en el dÃa? ¿Por qué no ponerse a pensar a horas más decentes? No puedo. Sé que en cuanto empiece encontraré, como un salvavidas, algo dónde agarrarme, una persona, un libro, una pantalla de ordenador, un teléfono… Alguna vez me he planteado porqué me gustan tantas cosas, y acabo pensando que a lo mejor es que nada acaba de llenarme. Y es que hay dos clases de aficiones: Aquellas que te buscas cuando tienes tiempo y esas en los que buscas el tiempo de dónde sea para poder realizarlos. ¿Ves? Esto no se me hubiera ocurrido a media mañana o a la hora de la comida. No es que haya dudado un solo instante de lo beneficioso de estas sesiones “Encuéntrate contigo mismoâ€, pero, tengo los pies en el suelo, y me cuesta creer que en un rato de concentración puedas encontrar la felicidad. Creo más bien, y esto no echa por los suelos lo que he dicho hasta ahora, que es a lo largo del dÃa, cuanto te relacionas con los demás, que encuentras en algún gesto, alguna palabra, alguna acción, pequeños retazos de felicidad. Si sabes prestar atención, la práctica te ayudará a saborear todos y cada uno de los pedacitos, y no podrás más que utilizar las horas pequeñas, para revivirlos con una sonrisa en los labios.
Magda Teruel
Noche del 8 al 9 de junio de 1998
1:30 h de la mañana.
Me ha recordado Carpe Diem de Walt Whitman.
– No caigas en el peor de los errores: el silencio.
– Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
– Cuando la vida nos derriba y nos lastima, nos enseña que somos protagonistas de nuestra propia historia.
Disfruta del insomnio.
jfbriones - June 2nd, 2009 at 10:38 am