La condena.
Se ejecutará la condena.
Y le lloverán palabras envenenadas como dardos persiguen una diana.
Y reproches, y censuras, y rentintÃn.
Y quejas poco piadosas por lo que hizo, por lo que hace y por lo que deja de hacer.
Hasta yo le odiaré en silencio, en el camino que va de la tristeza a la compasión.
Pero su único delito fue creerse sus propios sueños.